Hablamos de fortaleza cuando nos referimos al vigor, la capacidad, el poder ya sea físico o mental. La vulnerabilidad, sin embargo, se refiere a algo que puede ser herido o recibir lesión, física o moralmente.
En muchos casos utilizamos estos términos como contrapuestos y, en mi opinión, son complementarios. Es decir, puedo ser fuerte y a la vez, vulnerable.
Cuando hablo con personas que tienen un autoconcepto negativo suelen decirme que tienen poca fuerza de voluntad o que son muy vulnerables.
Yo creo que sería mejor asumir que tenemos fortalezas y vulnerabilidades que forman parte de nosotros de forma natural y que tenemos que manejar con inteligencia para conseguir nuestro objetivos.
Un ejemplo que suelo poner es el de un hombre muy fuerte con una musculatura potente al cual sería difícil hacerle daño golpeándole en el pecho, sin embargo, si el golpe lo recibe en la garganta es posible que quede neutralizado. ¿Es fuerte? Si, por supuesto. Pero también es vulnerable porque el cuello es una zona del cuerpo considerada zona de presión en defensa personal en la que un golpe puede inmovilizar o incluso matar a una persona. Son muchas las partes débiles de nuestro organismo que deberemos proteger de forma especial.
De la misma forma podemos tener fuerza mental para muchas cosas y en muchas situaciones, pero tenemos que considerar que también somos vulnerables y que admitirlo no nos resta fortaleza, sino que nos permite protegernos de forma adecuada.
Esta forma de asumir que de forma natural podemos tener fortaleza y vulnerabilidad creo que es muy adecuada para afrontar las dificultades de forma realista. Por un lado, valoramos nuestra fuerza por pequeña que esta sea y por otro, intentamos poner remedio a nuestros puntos débiles. Es una forma de pensar que facilita el logro de metas. Nos da impulso y a la vez prudencia. Nos puede animar, pero con los pies en el suelo.
Eduardo Lázaro Ezquerra
Psicólogo-Coach
Colegiado nº.: M-15645
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