Recuerdo esta frase de la película “El guerrero pacífico”. Cuenta la historia de superación de Dan Millman, un joven deportista de éxito y que lo tiene todo: vida acomodada, chicas, amigos, saca buenas notas en la universidad, está en forma y entrena para superarse como deportista, ya que su sueño sería ganar el oro en los juegos olímpicos. Sin embargo, sabe que le falta algo y se siente vacío.
Su vida cambia cuando, un día, conoce en una gasolinera a un extraño empleado al que llama “Sócrates” que le enseñará nuevas formas de pensar y de interpretar la vida.
Dan sufre un accidente de moto y desde ese momento tendrá que aprender a superarse y a crecer como persona. Descubrirá el poder que tiene la mente para afrontar la adversidad.
Pero volvamos a la frase motivo de esta reflexión: “Las emociones son como el tiempo”.
Cuando hacemos planes para salir a dar un paseo y comienza a llover, lo consideramos mala suerte y nos quejamos. Es natural, han cambiado las cosas. Pero, además de coger un paraguas y un impermeable o cambiar los planes, hay pocas cosas útiles que podamos hacer. Seguir protestando, ponernos de mal humor y amargarnos lo que queda de día, no tiene sentido. Y esto porque por mucho que queramos, no podemos detener la lluvia. Entonces, nos tomarnos las cosas con filosofía y lo aceptamos. Esto es lo que proponían los filósofos estoicos, conocidos principalmente por sus ideas sobre el control mental. Recomendaban preocuparse sólo por las cosas que podemos cambiar. Aunque lo que suceda no esté bajo nuestro control, nuestra actitud ante ello, sí lo está.
Por otra parte, sabemos que los estados emocionales son pasajeros. Están regulados por neurotransmisores que tienen un efecto y una duración determinada. Si recordamos una ocasión en la que nos hemos enfadado muchísimo, nos podemos preguntar: ¿cuánto ha durado este enfado? Un rato más o menos largo que de forma intermitente se reaviva para ir disipándose con el paso del tiempo. Lo mismo sucede con la tristeza, la alegría y el miedo.
En este punto es en el que propongo utilizar la frase de la película con una mentalidad estoica. Aceptar que las emociones son como el tiempo en el sentido de que no podemos evitar sentirnos mal, pero sabiendo que este malestar durará un tiempo determinado y que después volveremos a estar bien. De la misma forma que después de la lluvia vuelve a salir el sol, tarde o temprano. Mientras esto cambia, nos centraremos en lo que dependa de nosotros, como proponían los filósofos estoicos: coger el paraguas o hacer algo compatible con la lluvia.
Algunas frases que suelo utilizar para recordar esta reflexión son las siguientes:
- “Después de la tormenta siempre sale el sol”
- “No podemos evitar que llueva, pero sí podemos salir con paraguas”
- “Se nos puede estropear un día, pero hay otros que da gusto salir”
- “Cuando sopla un fuerte viento hay personas que lo saben aprovechar”
- “Disfrutemos cuando hace bueno porque no puede durar siempre”
- “Aunque para algunos sea un mal día, hay personas que lo sabrán disfrutar. Nunca llueve a gusto de todos”
- “Por eso, si entra un rayo de sol por tu ventana es mejor abrirla de par en par”
- “Para crecer y desarrollarnos necesitamos sol, lluvia y mucho tiempo”
Eduardo Lázaro Ezquerra
Psicólogo General Sanitario
Colegiado nº.: M-15645
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